General

Marie Anne Paulze-Lavoisier (1758-1836): nuevas perspectivas

Un reciente artículo de Francesca Antonelli en la revista Ambix ofrece nuevos datos sobre la vida y obra de Marie-Anne Paulze-Lavoisier (1758-1836), hoy conocida como la esposa y socia científica del químico francés Antoine-Laurent Lavoisier (1743-1794). Utiliza un amplio conjunto de fuentes publicadas e inéditas, tales como cuadernos de laboratorio, diarios de viaje, cartas y dibujos, para mostrar que Paulze-Lavoisier empleó la campaña por la nueva química para aparecer como actor visible en los círculos científicos de la época. Se traducen a continuación varios fragmentos que permiten conocer las principales conclusiones del artículo:

“El nombre de Marie-Anne Paulze-Lavoisier (1758-1836) está íntimamente ligado a la llamada nueva química, un complejo conjunto de supuestos teóricos y metodológicos que afectaron al conocimiento y la práctica química de finales del siglo XVIII. Al menos desde mediados de la década de 1780 colaboró con su marido, el químico francés Antoine-Laurent Lavoisier (1743-1794), en una serie de iniciativas destinadas a promover lo que ambos presentaban como una forma innovadora de abordar, conceptualizar y practicar la química. Basándose en la repetición controlada de los experimentos, la precisión de las mediciones y  una nueva nomenclatura para las sustancias químicas aparecida en 1787, el objetivo de los Lavoisier era enmarcar la química como una “ciencia exacta”, como se suponía que eran la física y las matemáticas, y distinguirla de otros campos del saber, como la historia natural y la alquimia.

Los productos más conocidos de su colaboración de veinte años son un resultado directo de este proyecto. En particular, cabe mencionar la edición francesa del Essai sur le Phlogistique, publicado originalmente por el químico irlandés Richard Kirwan como An Essay on Phlogiston y traducido anónimamente por Paulze-Lavoisier. Llegó a la imprenta en 1788, con notas adicionales de Lavoisier y de algunos de sus colaboradores, entre ellos la propia Paulze-Lavoisier. Este texto estaba dedicado a la refutación del flogisto, el principio de inflamabilidad que se consideraba crucial en varias operaciones químicas fundamentales -como la combustión y la calcinación- desde principios del siglo XVIII y cuya identidad fue reevaluada posteriormente en el contexto del estudio de la composición del aire. Lavoisier negó notoriamente su existencia en sus obras y, al menos desde mediados de los años 1780, propuso sustituirlo por el oxígeno.  Sin embargo, lo que estaba en juego en el Essai sur le Phlogistique no era sólo la oposición entre dos principios químicos y enfoques teóricos, sino también la construcción de la imagen pública de Lavoisier. Esto surge claramente en el Prefacio que Paulze-Lavoisier añadió a su traducción, en el que presentaba a su marido como el protagonista indiscutible de toda la historia de la química.

Aparte del Essai sur le Phlogistique, las publicaciones oficiales de Paulze-Lavoisier ascienden a un número bastante reducido. Siempre se mostró reacia a publicar bajo su propio nombre, probablemente consciente del riesgo de rechazo social para una autora en la Francia del siglo XVIII. De hecho, las ambiciones de las mujeres en este terreno fueron severamente castigadas, especialmente cuando tomaron la forma de publicación. Incluso se llegaba al extremo de considerar como antinatural para las mujeres el esfuerzo intelectual necesario para actividades científicas o filosóficas. Las llamadas “femmes savantes” (“damas cultas”), por ejemplo, eran típicamente vistas como seres “ambiguos” o incluso “monstruosos”, cuya actividad subvertía peligrosamente los roles de género y, más ampliamente, el orden social.

Por lo tanto, las mujeres debían tener mucho cuidado al perseguir sus ambiciones intelectuales y ajustarse a un conjunto complejo de convenciones de género. Una de estas convenciones era actuar con modestia y justificar sus esfuerzos intelectuales como formas de agradar y servir a sus seres queridos, como hijos, hermanos o esposos. Por eso, no sorprende que, al referirse a sus propios proyectos, Paulze-Lavoisier adoptara a menudo la postura de la esposa modesta y sin pretensiones, cuya única ambición era honrar el talento de su marido.  Por ejemplo, respondiendo al naturalista suizo Horace-Bénédict de Saussure, quien la había felicitado por la calidad de su traducción del Ensayo en el invierno de 1788, afirmó:

“Las cosas amables que me dijo sobre estos asuntos me habrían enorgullecido, si no hubiera tenido siempre a mi lado a alguien más capaz que yo y junto a quien no soy más que una niña. La ciencia química hace avances difíciles de seguir y se los debemos a la nueva teoría. En poco tiempo, el reino vegetal será perfectamente conocido. El señor Lavoisier preparó un poco de vinagre artificial exponiendo al aire una mezcla de crémor tártaro y azúcar; casi todos los ácidos vegetales, las gomas y las resinas han sido analizados, siempre con la precisión que caracteriza los experimentos del señor Lavoisier y todo puede explicarse sin recurrir a principios desconocidos”

Detrás de esta imagen, generalmente aceptada por la historiografía contemporánea, se esconde una realidad mucho más compleja. El carácter modesto que Paulze-Lavoisier se atribuía a sí misma coexistía, sin lugar a dudas, con lo que hoy calificaríamos como un decidido deseo de ser reconocida por sus contemporáneos como protagonista crucial en los proyectos de Lavoisier. El doble retrato de los esposos Lavoisier realizado por Jacques-Louis David en 1788 es un ejemplo revelador. Encargado por la pareja y, por tanto, realizado bajo su supervisión directa, este bello cuadro otorga a Paulze-Lavoisier un papel muy visible, casi dominante si se compara con el de su marido. Estos detalles resultan aún más significativos si consideramos la versión final del cuadro, en la que los Lavoisier, tras ser dibujados inicialmente por David simplemente como una pareja de la alta burguesía francesa, pasaron a ser representados ante todo como dos colaboradores casados, que trabajaban en el proyecto de la nueva química.

Doble retrato de los esposos Lavoisier por Jacques-Louis David en 1788

Es interesante analizar hasta qué punto las iniciativas de la campaña por la nueva química en las que participaron los Lavoisier sirvieron no sólo a los planes del señor Lavoisier, sino también a los propios propósitos y ambiciones de Paulze-Lavoisier. En otras palabras, se puede discutir un episodio bien conocido de la historia de la química desde una perspectiva diferente, que no se centra exclusivamente en Lavoisier y en sus colegas masculinos, sino más bien desde la perspectiva de una mujer, Paulze-Lavoisier, que generalmente se considera un “personaje secundario” en estos acontecimientos. De hecho, cabe señalar que, en la mayoría de los estudios dedicados a esta campaña, el papel de las mujeres no ha recibido aún la atención que merece. En cierta medida, esta historiografía parece reproducir el enfoque “androcéntrico” de las fuentes que ha sido seriamente cuestionado por los historiadores de la mujer y, posteriormente, por los historiadores del género y la ciencia.

Mi análisis presenta dos aspectos. En primer lugar, muestro cómo la campaña de Lavoisier a favor de la nueva química fue apropiada por Paulze-Lavoisier para construir su propia reputación como asociada científica y aparecer como un actor visible en el grupo de su marido. A pesar de su cautela a la hora de publicar, no actuó como uno de esos “ayudantes invisibles” y “técnicos” que, a principios de la modernidad, trabajaban junto a los sabios y los filósofos naturales sin recibir ningún crédito entre sus contemporáneos. Por el contrario, en más de una ocasión, el papel de Paulze-Lavoisier en los proyectos de Lavoisier fue reconocido y elogiado por su marido y sus colegas. En segundo lugar, definiré mejor el papel que desempeñó en la campaña de la nueva química ampliando la descripción del conjunto de prácticas en las que participó para incluir la traducción y las ilustraciones de los textos químicos. Su contribución fue, de hecho, mucho más compleja e incluyó un tipo particular de escritura cuyo objetivo principal no era necesariamente la publicación, sino el almacenamiento de información para su uso posterior. Estas prácticas de escritura, que acabaron produciendo una parte importante de lo que hoy consideramos como los trabajos científicos de Lavoisier, incluidos sus cuadernos de laboratorio, fueron en muchos aspectos el núcleo de su colaboración con el químico francés. En este ensayo, sin embargo, seguiré las trayectorias de Paulze-Lavoisier como tomadora de notas o como “secrétaire”, como ella habría dicho, como punto de partida para profundizar en las estrategias a través de las cuales construyó su propia reputación. En particular, se verá que, en el contexto de la campaña de finales de la década de 1780, su papel de secretaria, asumido una fase muy temprana de su colaboración con Lavoisier, adquirió nuevos significados y se combinó creativamente con diferentes identidades: desde la de “maîtresse de maison” o, como diríamos hoy, la de “salonnière” (mujer que se encargaba de la sociabilidad doméstica, a través de la animación de salón y la escritura de cartas) hasta la de autora por derecho propio”

Más información en Francesa Antonelli, «Becoming Visible. Marie-Anne Paulze-Lavoisier and the Campaign for the “New Chemistry” (1770s-1790s)». Ambix 69, n.º 3 (3 de julio de 2022): 221-42. https://doi.org/10.1080/00026980.2022.2091352

Bibliografía adicional

Bertomeu Sánchez, José R., y A. García Belmar. La revolución química: entre la historia y la memoria. Valencia: PUV, 2006.

Deixa un comentari

Translate »