General

Los plaguicidas arsenicales

Los plaguicidas son sustancias utilizadas para controlar organismos dañinos para las plantas. Los primeros plaguicidas eran compuestos minerales y extractos de productos naturales. El desarrollo del monocultivo, la agricultura intensiva y el comercio internacional creó las condiciones ecológicas idóneas en el siglo XX para la expansión de las plagas. Existieron numerosos métodos para combatirlas. Durante la segunda mitad del siglo XIX se introdujeron nuevos compuestos de arsénico (verde de París y arseniato de calcio y plomo), que mantuvieron su predominio durante el primer tercio del siglo XX. Fueron empleados a pesar de su conocida peligrosidad para trabajadores y habitantes del mundo rural.

Los plaguicidas son sustancias utilizadas para controlar organismos dañinos para las plantas como insectos, hongos, malezas y microbios. También se utilizan para muchos otros fines, desde campañas de salud pública contra insectos vectores que causan enfermedades devastadoras como la malaria, el tifus y el dengue, hasta la fumigación urbana con fines higiénicos o el uso doméstico para eliminar insectos molestos. Hoy en día, un gran número de sustancias se utilizan como plaguicidas, la mayor parte de los cuales son productos de síntesis química. Los primeros plaguicidas eran compuestos minerales y extractos de productos naturales como el tabaco, la flor de crisantemo o la raíz de derris. Durante la segunda mitad del siglo XIX se introdujeron nuevos productos como los fungicidas de cobre (el más famoso es el caldo bordelés, una disolución de sulfato de cobre e hidróxido de calcio) y los compuestos de arsénico (verde de París y arseniato de calcio y plomo), que mantuvieron su predominio durante el primer tercio del siglo XX.

Anuncio de plaguicidas de la primera mitad del siglo XX

En un libro popular escrito a finales del siglo XIX, un horticultor de la Estación Experimental Agrícola del Estado de Nueva York, Ernest Londeman (1867-1896), resumió los recientes avances en la “aplicación de líquidos a las plantas con el propósito de destruir insectos y hongos”. El libro fue prologado por Beverly Thomas Galloway (1863-1938), jefe de la división de patología vegetal del Departamento de Agricultura de los Estados Unidos, y autor de pioneros modelos de pulverizadores de mochila. Describió el “rápido avance” en el control de plagas como “casi una revolución en ciertos aspectos de la agricultura”. Se mostró prudente sobre sus consecuencias y afirmó que quizás las cosas “habían avanzado demasiado rápido” y se había pasado por alto algunas “cuestiones fundamentales importantes”.

Beverly Thomas Galloway (1863 – 1938)
Beverly Thomas Galloway (1863 – 1938)

Muchos entomólogos de finales del siglo XIX albergaban sentimientos encontrados acerca de la revolución de los plaguicidas, en parte porque marginaba otros métodos de control de plagas. La investigación en técnicas biológicas continuó en muchas estaciones experimentales y se introdujo con éxito en la agricultura. El director de la Oficina de entomología de los Estados Unidos, Charles V. Riley, defendió estos métodos biológicos antes de su muerte en 1895. Sin embargo, su sucesor, Leland O. Howard, favoreció los nuevos métodos químicos y desempeñó un papel central en su popularización en todo el mundo, gracias a sus viajes, su participación en congresos internacionales y su red de contactos.

Leland Ossian Howard (1857-1950)
Leland Ossian Howard (1857-1950)

En el primer tercio del siglo XX, antes de la llegada del DDT, los principales plaguicidas fueron compuestos del arsénico, uno de los venenos más mortíferos conocidos desde la antigüedad. Estos plaguicidas habían sido introducidos para luchar contra nuevas plagas de la segunda mitad del siglo XIX. Una de ellas fue la Lymantria dispar, un lepidóptero euroasiático introducido en Estados Unidos por un entomólogo aficionado, Etienne Léopold Trouvelot, quizá por accidente. Este insecto produjo una gran plaga en la costa este de Estados Unidos contra la que se desarrollaron nuevos plaguicidas arsenicales, entre ellos el arseniato de plomo. Estos venenos aniquilaban a los insectos en sus primeras aplicaciones, pero sus efectos fueron decepcionantes a largo plazo. Aunque la plaga remitía con los tratamientos extremos, en poco tiempo se volvían a producir nuevos brotes, a menudo más virulentos. De este modo, se produjo la defoliación de grandes masas forestales y pérdidas enormes en el negocio maderero.

Lymantria dispar

A principios de la década de 1940, justo antes de la llegada masiva de los nuevos plaguicidas orgánicos, un manual resumía las propiedades de más de un centenar de productos clasificados según sus usos y modos de acción. El grupo más importante eran los insecticidas, divididos en venenos estomacales, dentro de los cuales se encontraban los productos del arsénico) e insecticidas de contacto (rotenona, eléboro, piretro, tabaco, aceites y el nuevo DDT). Los otros grandes grupos eran fungicidas, incluyendo básicamente compuestos de azufre y cobre, de los cuales el caldo bordelés era la más importante. El libro incluía una sección completa a los equipos de pulverización: atomizadores, pulverizadores de aire comprimido, bombas de cubo, pulverizadores de mochila o de carretilla, y diversos aparatos concebidos para su uso en automóviles, tractores y aviones. Finalmente, un apartado sobre “nuevos productos químicos” resumía las nuevas sustancias cuyas virtudes plaguicidas habían sido descubiertas en los últimos años, la mayoría de ellas sustancias orgánicas sintetizadas. Estas sustancias incluían los organoclorados (entre los que estaban el DDT y el lindano) y los órganofosforados (que incluían el malatión).

fumigaciones

Los nuevos plaguicidas de síntesis hicieron olvidar a los plaguicidas basados en el arsénico. Se pudieron introducir más rápidamente gracias a su menor toxicidad frente a los plaguicidas arsenicales. Resultó más complicado entender los peligros de los nuevos plaguicidas precisamente por la gran toxicidad de los anteriores. Y los plaguicidas arsenicales no desaparecieron con la llegada del DDT. Se mantuvieron muchos años en los campos, incluso años después de ser prohibidos. Dejaron un legado tóxico difícil de conocer en los cuerpos de las personas del mundo rural. Y quedaron para siempre en los suelos agrícolas para infiltrarse posteriormente en ríos y aguas subterráneas desde dónde llegaron a la fauna salvaje y también a una gran parte de la población, sobre todo a los grupos más desfavorecidos, de modo que contribuyeron a reforzar la injusticia ambiental y crearon problemas medioambientales de largo alcance. Más información acerca de la historia de los plaguicidas en la exposición “Tòxics (In)visibles

Arseniato de plomo

Deixa un comentari

Translate »